PABLO EL MACIZO

PABLO EL MACIZO

miércoles, 26 de marzo de 2014

capítulo 12




Memorias de Emilio

He vuelto a lo de siempre. Suspirando por él y él pasando de mi. He pagado mi entrada tontamente porque de hecho he gozado de él tanto como si no hubiera pagado nada pero tampoco me sabe mal, hacia mucho que no iba, tampoco quiero que me pierda de vista y lo he tenido cerca. Era medio día. Estaba en la terraza cobrando. Jeans anchos y camiseta marrón. Se sienta en una mesa, está un rato. Lo veo de pie. Este tío es guapísimo, me gusta mucho. Limpia las mesas. Habla un rato con dos chicas que están en el fondo de la terraza. Le da dos besos a ambas ¡qué envidia y de la mala¡ Se ve muy majo, simpático. Yo gozo mucho viéndolo así. Entra, sale. Se queda en la puerta hablando con una muy simpático. Vuelve a entrar y yo le voy detrás. Era arriesgado pero es que tenía ganas de estar con él. Él no se ha movido de la barra del fondo y me ha atendido la chica de siempre ¡Esto me pasa por ansioso¡  Tiene delito la cosa, ayer  que lo hubiera tenido cerca porque estaba solo en la barra me resistí y hoy tiro el dinero. Hacía cafés. Ha pasado por detrás de mí. Le he visto bien el culo (aplastado) pero me encanta. Con esto ya he tenido bastante. Me gusta mucho pero no puedo volver a hacer una cosa así, no debo volver si no para que él me pueda atender. En fin, qué le vamos a hacer. Así es el amor y este ejemplar de macho me ha hecho perder la razón.

 

Memorias de Emilio

 

Hoy es uno de los días más felices de mi vida.  Para mi Ian es alguien muy especial en mi vida, podía estar mejor pero también peor. No me puedo quejar. Sé que no puede esperar nada de él, que ni siquiera tengo derecho a saludarlo si lo veo en la calle. No tiene sentido que me gaste dinero con esa esperanza pero es el chico más guapo del mundo, ¿porqué renunciar a verlo si me hace feliz? No tengo que esperar nada de él, sólo deleitarme de ese chico tan guapo, que me ponga cachondo. Nadie me hace sentir como él, ¿porqué renunciar a eso?

 


Después de 31 días he vuelto a la heladería, ¡todo un record¡ No me ha costado no ir porque salí muy dolido. Hoy ha pasado una cosa extraordinaria que me ha quitado el gusto amargo de la última vez. No, él no me ha atendido pero es que tampoco quiero nada de él, simplemente mirarlo ni que sea de lejos y deleitarme con visiones tan guapas como la de hoy que me deja con ganas de más por si me regala momentos como este. Ayer pasé y estaba él solo en la barra. Era la ocasión ideal para ir pero si él no me quiere atender yo tampoco quiero que me atienda él. No sabía si ir hoy o no. Sabía que era tirar el dinero pero tenía demasiadas ganas de verlo de cerca y eso no me lo puede impedir. Es espectacular, suerte que he ido porque me ha hecho vivir un momento que quiero inmortalizar en mi retina.

He visto que estaba él y también la jefa.  Él hacía cosas pero la jefa también estaba ocupada. Había la posibilidad que él me atendiera pero en todo caso no huiría de mí que es lo que me interesaba. Y es que nada más entrar casi me caigo de culo. Él está agachado ¡mostrando sus Calvin Klein¡ Está claro que un pedazo de macizo como ese no podía sino lucir estos calzoncillos.  Él sacaba cucuruchos de una caja y los ponía en una máquina. A mí me ha sabido mal no gozar más de ese momento pero verle los calzoncillos a este macho no es una cosa normal y encima son ¡Calvin Klein¡ Me pone cachondísimo saber que este monumento luce estos calzoncillos que usan los galanes más guapos de las telenovelas. Y es que él merece ser uno de ellos. Es guapísimo pero ¡que mirada¡ Me ha mirado con una mala cara que buf ¡¡madre mía¡ Nunca me han mirado con tanto desprecio.  Sabe que estoy ahí por él y cómo me lo ha recriminado.  ¿¡pero qué daño le he hecho?¡ No me atrevería para nada a ir estando él solo ¡Qué miedo¡  Se ha vuelto a agachar. Culo súper en pompa. Esto no me calentaba especialmente pero los Calvin Klein se le veían mucho. Ahora no sólo la goma, también los calzoncillos y parte de la espalda. Ha vuelto a colocar cucuruchos y de nuevo a la caja. Ha vuelto a poner culo en pompa y a seguir enseñándome los calzoncillos. En alguna ocasión ya se los había visto en alguna ocasión pero no tan bien y tanto rato. Y no creo que fueran ¡Calvin Klein¡ Yo apuraba la horchata para no tener que irme. Él se ha levantado y entonces es cuando me he ido. Es muy paquetudo. Se le ve un gordo bulto entre las piernas. Me lo imagino con unos gordos huevazos y sus Calvin Klein y me muero. Me habría quedado todo el día porque seguro que aún no había acabado ¡hubiera habido más espectáculo¡ pero en fin, no es cuestión de abusar. Ya me ha hecho gozar bastante. Yo le he dicho adiós y como es lógico él ni me ha saludado.  Me sabe mal molestarlo y muy pronto no volveré. Fue tan amable al principio, no entiendo porque cambió todo. ¿Tanto le molesta que lo desee? Pero él aporta alegría a mi triste vida y eso está bien.  Es tan guapo, está tan bueno. Me pone muy triste que no sea nada mío pero almenos lo puedo ver, de momento, siempre que quiera y eso es muy bueno”.

 


Ian y Daniel se citan en una cafetería después de la jornada laboral del primero. Se saludan con un abrazo.

--me alegro que me llamaras tan pronto. ¿hoy no te acuestas con ninguna de esas guarras?

Ian sonríe. Le gusta ver a Daniel celoso pero no dicen nada.

--es que me apetecía tomar una cerveza contigo. Después lo hacemos si te apetece.

Es una pregunta que no merece respuesta. A Daniel siempre le apetece acostarse con Ian. Y aunque Ian siempre está dispuesto a acostarse con un chico o chica guapo, siente algo muy especial por Daniel. Con nadie se siente tan bien como con su amigo. Sentados en la cafetería, hablan como simples amigos aunque por dentro se desean, se quieren.

--en realidad ahora cuando más lo hago es por mi hermano. Es muy tímido y necesita ayuda. Es demasiado joven y tiene mucha prisa en ser hombre.

--Y tu hermano es gay también?

Daniel nunca había mencionado esa palabra. Se habían comportado como si acostarse con un amigo fuera normal, pero Daniel lo ha dicho sin pensar. A Ian no le gusta nada que le ponga etiquetas.

--¡Oye que yo no soy gay¡

--si perdón –dice nervioso.

Daniel está asustado. Le gusta demasiado Ian y cada vez teme que ese día pueda ser el último. Ian también actúa sin pensar. No quiere hablar del tema pero, por otro lado, tiene curiosidad.

--o a  caso eres maricón? --Ian.

Tiene miedo pero dice que su relación con Ian se resienta pero sólo se ha acostado con mujeres para estar con Ian y ya no quiere callar más:

--si.

Se hace un silencio. Ian tiene miedo que se cree una situación incómoda.

--No, a mi hermano sólo le gustan las mujeres. En todo caso no hemos hablado de eso. Tenemos confianza pero hay cosas que prefiero no hablar con él. No sabe que lo he hecho con tantos chicos como con chicas y prefiero que no lo sepa.

--¿y si te da igual hacerlo con mujeres que con hombres?

--sí, no tengo una inclinación especial por ningún sexo. Me encanta el sexo y no veo porque ponerme barreras. Sabes que no me gustan las etiquetas pero sería bisexual.

Sí es cierto que en el sexo le da igual hombres o mujeres. Sí es sólo sexo. No se quiere reconocer ni a sí mismo que con Daniel no sólo juego el sexo.

--pues yo no disfruto con nadie como contigo --Daniel.

Daniel está cerca de una confesión de amor y la necesita. Desea escuchar lo mismo de Ian que se atraganta con la cerveza. Hace como si no hubiera oído nada. Se levanta de golpe. A Daniel le da pena no conocer los sentimientos de su amigo, cree que no siente lo mismo pero que no lo dice para no lastimarlo. Ian paga la consumición de ambos. El cuerpo de Ian le gusta demasiado a Daniel que queda embriagado de deseo y se va tras el trasero de su guapísimo amigo. Desnudos el uno en brazos del otro a ninguno le preocupa nada más que no sea disfrutar. Del cuerpo pero también de la compañía del otro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario