Daniel e Ian han hecho el amor como casi todos los días.
Están los dos desnudos. Ian fuma. Daniel mira a Ian enamorado, excitado. Le
atrae mucho. A Ian le gusta mucho estar con su amigo pero a veces le incomoda
las miradas de éste. Le da miedo que en algún momento diga algo que no quiere
escuchar.
--que verano más largo este. No me puedo creer que al fin
ya vaya a tener vacaciones.
--¿y te vas a ir a algún sitio con el dinero que has
ganado? --Daniel.
--me gustaría pero prefiero ahorrar para comprarme un
coche. Aunque que ganas de vacaciones.
Daniel habla ilusionado:
--tú y yo nunca nos hemos ido de vacaciones juntos.
--Estaría genial pero voy mal de dinero.
--Es que mis abuelos tienen una casita en la playa. Ahora
no hay nadie y aún hace bueno, podemos ir unos días.
A los dos les apetece estar a solas.
--¿y nos la dejaran?
--Mis abuelos nunca me dicen que no.
Ian está contento.
--¡eres el mejor, tío¡
Ian se abraza a su amigo. Está entusiasmado. Lo besa, lo
besa una y otra vez. A Daniel le encanta el cuerpo de su amigo. Sentirlo encima
suyo, esos labios que lo están besando. Le provoca decir que lo ama pero sabe
que es una palabra prohibida, que podría cambiarlo todo. Ian quema con el
cigarro a su amigo.
--perdona, te hice daño –dice Ian apartándose.
--tranquilo, me puedes hacer lo que quieras.
--tampoco seas tan sumiso. Ni que fueras mi novio.
Los dos ríen pero ríen para ocultar sus verdaderos
sentimientos. Para ocultar que están enamorados pero que no se atreven a dar el
paso.
Al llegar a la casa, Daniel sube la bolsa en el que están
las cosas de ambos a la habitación principal mientras Ian prepara un rápido
almuerzo. En la mesa se sientan el uno frente del otro. Ian no deja de
seducirlo con la mirada y mientras con el pie juega con la entrepierna del otro.
Muy sonriente y lleno de placer, el guapo chico responde a las provocaciones de
Ian. Después de comer Daniel lo devora con los ojos mientras Ian recoge la
mesa.
--a ver que hay en la nevera de postre...
Daniel lo agarra con deseo y dice:
--no quiero postre, te quiero a ti.
Lo deja en el sofá y Daniel se queda de pie. El deseo los
mata. Ian le acaricia la zona que le queda en el centro. Daniel lo desnuda con
rapidez. Con las mismas prisas Ian lo desnuda a él.
Los dos se aparean ahí mismo y es que no tienen espera.
No se cansan nunca. Luego van al dormitorio y lo hacen en la cama varias veces
hasta la noche. Cuando ya oscurece Daniel baja a la cocina para prepararle algo
a su guapo amante para que recupere pronto las fuerzas y siga matándolo de
placer. Ian se queda tumbado en la cama desnudito esperándolo ansioso. Daniel
sube con una buena bandeja de comida que Ian devora con hambre.
--¿no comes? –le pregunta Ian.
--yo ya estoy bien satisfecho de ti –dice Daniel
seductor.
Una vez Ian ha alimentado su estómago tira los platos al
suelo y agarra a Daniel para saciar sus instintos.
--este será el último –jadea Ian—ya no voy a poder más
tampoco soy una máquina...
--pero yo podría uno más.
Ian le guiña el ojo:
--claro, es que con eso contaba. No me gusta hacerlo todo
yo.
Los amigos se miran con mucho deseo. No se cansan nunca.
Se gustan demasiado.
Cuando los dos ya se han quedado más que satisfechos Ian cae derrotado en la cama. Se duerme en brazos de Daniel que lo mira y lo acaricia con deseo y a la vez ternura. Mientras admira y acaricia su perfecto rostro dice:
--despierto es todo un león que me hace enloquecer de
placer pero dormido parece todo un ángel. Es todo un demonio en forma de ángel.
Ni durmiendo este se atreve a decir lo que siente, que lo ama. Finalmente Daniel también se queda dormido entusiasmado
en sus brazos.
Se despiertan tarde, se sonríen y se besan. Ya está armados de
nuevo y no pierden el tiempo y comienzan el día dando a sus cuerpos el placer
que les gusta y ya necesitan. Luego, mientras Ian se ducha, Daniel prepara el desayuno. Cuando ya está listo
Daniel entra en el baño y se excita al verlo en la ducha. Casi se desmaya del
placer. Aunque no es la primera vez que lo ve en la ducha, cada vez está más
bueno. Jadea al verlo:
--es impresionante –piensa—me pone a cien... su cuerpo
aún es más bello con el agua deslizándose...
Daniel contempla excitadísimo como se ducha su apuesto
amante. Ian mueve sus manos en su cuerpo con delicadeza. Su cuerpo brillante
resalta su belleza. Como si le diera vergüenza él se tapa sus partes íntimas
con la cortina y así aún Daniel lo encuentra más irresistible, más seductor.
Aún la excita más. Divertido Ian le dice:
--vete por favor que me da vergüenza que me veas
desnudo... deberías haber llamado...
Loco de deseo, Daniel se saca el delantal, la única ropa
que lleva y metiéndose en la ducha se le tira encima. Le arranca la cortina de
la mano casi con violencia y disfruta de su desnudez tanto con la vista como
con las manos. Le toca por todas partes e Ian no se queda atrás. Una vez más la
pareja goza de su cuerpo. Y es que no hacen nada más en todo el día. Se gustan
demasiado y no quieren hacer otra cosa.
Al lado de Ian, Daniel vive los días más salvajes de su
vida; sexo y pasión a tope. El guapo Ian le hace temblar de placer sólo con la
mirada. Jamás imaginó que tanto gozo pudiera ser posible. Y es que tener a Ian
para él solo siempre es un sueño del que quisiera no despertar. Van siempre
desnudos por la casa excitándose a cada momento el uno con la desnudez del otro
y haciendo el amor cada dos por tres sin temores ni frustraciones. Ambos siente
una fuerte atracción hacia el otro y ver su cuerpo desnudo a cada momento, y
más cuando se mueve, es tota una tentación y no se pueden controlar y en seguida
agarran al otro de lo que cuelga. Los dos son una provocación constante para el otro y
tienen ganas de hacer el amor todo el día. Muchas veces no salen de la casa y
sólo copulan todo lo que el cuerpo de ambos aguanta. A Ian le gusta ser pasivo
pero sólo con Daniel. Se la pasan gozando de su cuerpo en cada rincón de la
casa. En la cama, en el sofá, sobre la mesa, en la ducha, en la cocina, en el
patio... Sobretodo en la ducha ya que a Daniel le vuelve loco ver el cuerpo
desnudo del guapo Ian mojado y lo
exprime una y otra vez e Ian feliz de esa explotación que les da mucho placer a
los dos.
Aprovechan que hace buen tiempo para ir a la playa aunque
prefieren quedarse en casa haciendo sexo. Los dos en bañador grandote. Se
devoran con los ojos. Ian mira que no haya nadie y entonces se lanza sobre
Daniel. Caen los dos juntos en el agua y se besan. Para ambos es un sueño. Les
gustaría que fuera así siempre pero es que Ian ni se lo plantea.
Daniel magrea ese cuerpo que tanto le gusta sin
problemas, Ian hace lo mismo.. El ambiente no tarda en encenderse y a toda
prisa vuelven a la casa. No se dicen nada pero nada más abrir la puerta Ian lo
besa salvajemente y lo penetra en la misma entrada los dos devorado por un fuego
que ya no podían controlar. Luego de una ducha se quedan los dos en la cama. Se
miran.
--No me gustaría tener que irme –Daniel.
A los dos les da
mucha pereza volver a la cotidianidad después de unos días inmersos en un mar
de pasiones. Ian hace un esfuerzo para que parezca que todo ha sido un viaje
normal entre amigos y no casi una luna de miel que es como lo sienten ambos.
--si, así pasa siempre pero bueno somos amigos. Ya nos
iremos viendo.
Y a Daniel le duele despedirse de Ian en ese viaje sin
que nada haya cambiado, teniendo que tragar sus sentimientos como siempre. Ian prefiere
vivir el presente. Ha disfrutado mucho y no quiere pensar en nada más.
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