PABLO EL MACIZO

PABLO EL MACIZO

miércoles, 26 de marzo de 2014

Capitulo 15




Memorias de Emilio (20 mayo)
“He ido a ver a mi Ian. Me arriesgué mucho. Él estaba en el fondo cuando yo he entrado. Iba hacia el almacén. Tenía muchas posibilidades que no lo volviera a ver, que le dijera a otra que me atienda. Ha desaparecido y ha vuelto con una botella de agua helada. Me ha gustado mucho verlo venir hacia mi. Muy molesto. Es muy guapo pero daba un miedo… Almenos me ha dicho hola, muy serio y flojito. Ha pasado por mi lado. Lleva unos jeans cortos. Se le ve un buen culo por la parte de arriba pero vacío por la parte de abajo del culo. Se le ve aplastado. Lo he tenido delante de mío y me ha deslumbrado. Ha movido la cabeza, con gestos me ha pedido qué quería. Me ha gustado mucho tenerlo delante, que es guapo lo es y mucho. Lleva la camiseta de la heladería, los botones del cuello desabrochados y se le ve un poco de tierno pecho. Sus pelitos me ponen como una perra. No me ha dicho nada al cobrarme, debe pensar que ya me ha hablado bastante.   Me ha gustado tocarle la mano tanto al darle el billete como cuando me ha devuelto el cambio. Cuando estaba en la registradora tenía las piernas un poco cruzadas y se le veía una arruga muy sexy de arriba abajo. Este tío me gusta tanto y desde hace tanto. Es genial verlo así. Me espera todo un verano. No puedo renunciar a él. Me gusta tanto como se mueve. Ha cerrado la puerta de la heladería que siempre está abierta ¡nos hemos quedado los dos solos y con la puerta cerrada ¡¡Wow que me quería hacer je, je¡¡ Almenos no tiene miedo que trate de violarlo. Ha abierto un armario que se confunde con los azulejos del suelo y la pared y por ahí ha bajado el toldo. Ha vuelto a abrir la puerta. Ha comenzado a recoger las mesas de la terraza. Una clienta le habla. Él se queda de pie mirándolo pero serio. No dice nada. Muy simpático desde luego no es. Yo he salido que él entrada con la bandeja. Lo he saludado y él me ha saludado como en un tono de pensar: “adiós, capullo” pero le guste o no  es él el chico más guapo que jamás vi y disfruto mucho teniéndolo cerca. Ian me gusta mucho,  es muy guapo y me hace muy feliz tenerlo cerca, poder verlo cuando yo quiera, estar un rato con él. Merece la pena pagar. Ian me gusta mucho, he vivido con él momentos que me han puesto muy caliente y quiero que se repitan. Si pagando menos de tres euros puedo estar cerca suyo pues lo haré sin pensar. A ver si un día tengo mucho dinero y en vez de pagar por una horchata pago por un poco de su leche.”

 
Ian pasa la noche tranquilo y se enfrenta a un nuevo día laboral. Es a la una cuando Emilio pasa por allá y se encuentra a Ian en la puerta de la heladería. Emilio está subiendo por la calle y siente un fuerte impacto al ver que el chico de sus sueños está solo en la puerta. De pie, imponente. Guapísimo. ¡Todo un Míster¡ Emilio siente un gran placer incluso su miembro viril se le endurece dentro del pantalón. Lleva una camiseta de color azul celeste que le favorece mucho. Lo hace mucho más guapo y Emilio se derrite. Ian lleva unos pantalones a cuadros que a Emilio le parecen horribles.
--pero deben estar de moda  --piensa Emilio ya que ha visto a muchos chicos guapos con el mismo tipo de pantalón.
No se arrepiente de haber ido el día anterior porque merecía la pena tener ese culo cerca pero si hubiera llevado dinero habría entrado. Se para frente al cajero. Su intención es sacar dinero pero se da cuenta que Ian se dispone a entrar en la heladería. Entonces Emilio sigue su camino y Ian se queda en su sitio, en frente de la heladería. Emilio está seguro que Ian se hubiera escondido para no atenderlo así que prefiere reservarse para otra ocasión.
--tengo que ir si lo veo que no se me pueda escapar. Igual no se puede quejar, está en la calle. Podía haber pasado por su lado, mirarlo y saludarlo gratis pero no lo he querido martirizar. Es demasiado para regalarse. No soy digno de disfrutar de él de una forma tan fácil.
Emilio pasa por el medio de la calle que es peatonal, lo separan de Ian las mesas de la terraza de la heladería. Puede pasar del otro lado, pegado a Ian pero le gusta el chico de veras y no lo quiere molestar. Ya le va bien disfrutar de él a la distancia.
 
Memorias de Emilio (18 julio)
"Ayer vi a Ian un poco como trabajaba. Lo he visto de lejos. Él estaba fuera trabajando y yo tampoco he querido ser muy descarado. Me gusta mucho pero él me odia. Sé que le molesta que esté pendiente de él, por eso si me comporto como un cliente más, si no voy ni paso todos los días como hacía al principio tengo la ilusión que él me trate como a un cliente más, que sea amable como al principio. Es por eso que me prometí a mí mismo que sólo iría cuando tuviera ganas de beber horchata. Es una buena manera para controlarme y no cansarlo tanto. En pleno centro me he encontrado al hermano. Iba con el perro a una plaza cercana. Muy crío pero ya fumando, culito muy pequeño. Me ha hecho gracia, me ha recordado a cuando  Ian era así de pequeñito. Ahora ya ha crecido y es un hombre impresionante, tenía más ganas aún de verlo y no me he podido resistir. En la terraza estaba la chica que me atendía casi siempre el verano pasado. He pasado apartado porque creía que él no estaría. En la barra estaban los dos y, aunque no me atendiera igual lo gozo más casi más porque me gusta ver cómo se comporta. Él está atendiendo a una mujer y la chica estaba poniendo unos helados. Había más espacio donde estaba ella pero yo me he puesto al lado de la señora, justo delante de Ian ¡Es tan guapo¡ Lleva el jersey azul (me he dado cuenta que tengo uno igual pero más clarito de hace tiempo) Lleva las letras de la heladería “Verdina”. El cuello es abierto y queda muy sexy, Se le ven pelitos. Escucho como Ian le dice a su compañera:
--me estaba buscando.
No venía a nada, sería por mi, porque ha visto que ha pasado de largo. Hay miradas de complicidad entre ellos dos. Ella me estaba mirando riendo. En fin, él me gusta mucho y no me importa que lo sepa. No es nada malo.  He estado un buen rato mirándolo pero tampoco me atrevo a ser demasiado descarado. Él se ve serio pero muy atento con la señora. Le pone horchata en una botella de litro y leche merengada en un vasito. Él aprieta bien la tapa del vaso. Ella le pregunta si no se verterá y la cara de él era muy graciosa.
--ya se la pongo en una bolsa –dice él.
--claro el vaso no cierra hermético como la botella.
--No se piense que es tan hermético --dice él.
Me ha gustado mucho su sinceridad.
La chica que me ha atendido ya se había marchado. Yo le dejo 2,65 en la barra. Él me da su conformidad pero después me ha mirado el dinero y me dice:
--2,70
Me ha gustado que me hablara. Lo he visto en la registradora poniendo el cambio. Su culo de lado, jeans cortos. Anchos. Se le ve sólo pantalón. Yo me he despedido, él me ha mirado con cara rara pero no me ha dicho nada. Me encanta, me gusta que él me tenga presente, que sepa que me importa.”
 

Ian salta desnudo de una pequeña cama de un local vacío. Agarra sus bóxers. Se los pone rápido, con cara de gusto pero serio, enfadado. En el lecho queda desnudo y muy satisfecho Daniel. Ian se va vistiendo de prisa. Cada vez le cuesta más estar con Daniel y fingir que sólo son amigos. Daniel lo nota distante y no sabe bien porqué. Cree que es culpa suya y le duele. Acaricia la espalda desnuda de Ian.
--quédate un rato más, por favor --le suplica coqueto.
Ian se sube la cremallera. No lo mira y sólo le dice un brusco:
--No.
Daniel no se conforma, está dispuesto a suplicar lo que sea necesario.
--es que tenía muchas ganas de estar así contigo.
Ian se ha abrochado los pantalones, busca su camisa. Habla brusco y sin ni mirarlo.
--Ya me has disfrutado, te dije que uno rápido, que estoy cansado.
--¿qué es lo que te pasa? Llevas unos días muy raros. ¿He hecho algo malo?
Daniel se muestra de pie, desnudo, coqueto, dispuesto. Desea seducirlo de nuevo. Ian lo besa y no sabe bien porque. Daniel lo va a abrazar pero Ian se aparta antes de quedar atrapado.
--ya has tenido lo que te gusta. Ahora déjame ir.
Daniel le hablaría de amor pero no quiere poner en un  compromiso a su amigo. Le habla de sexo.
--Me encanta joder contigo y como cuando ves a esa vieja marica estás tan rabioso que aún eres mejor.
Ian la mira con desprecio, está furioso.
--¡no me hables de ese degenerado, yo soy el mejor jodiendo siempre¡ ¡soy el más macho¡¡todas se mueren por mi¡
Daniel le sonríe. Se muestra seductor y a la vez dulce.
--No te enojes, bromeaba. Sé que estabas rabioso y necesitabas descargar y a mi me apetecía mucho estar contigo. No pasa nada.
Ian se pone la camisa. Se muestra brusco.
--¡Si quieres que te vuelva a hacer el favor no me hables de tonterías¡¡
Daniel le acerca la mano a la mejilla al chico y dulcemente le dice:
--ya, no te enfades. Si tú no eres marica que más te da que le gustas a ese viejo.
Ian le golpea la mano para que no pueda tocarlo. Lo mira con una mirada tan dura que Daniel se asusta. Ian siente asco del deseo que le demuestra Emilio, es algo más fuerte que él.
--¡cierra bien la puerta cuando te vayas¡ --molesto.
--No te vayas –le suplica Daniel.
Pero él se va muy enojado. Daniel maldice su suerte. Se insulta. Está convencido que todo lo ha estropeado.
--¿porqué no te callaste? –se dice así mismo.
Llora. Ian se mete en su auto. No sabe bien porque pero llora también. Siente que nada con Daniel será ya igual pero no tiene muy claro el porqué. Está muy confundido y todo porque se niega a reconocer que está enamorado de Daniel.

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